Harold
Carrillo Romero
Historiador
storico1012@gmail.com
Universidad de
Cartagena
Camino
a mi casa en uno de esos buses donde a veces te haces a la idea de que estás
atravesando el atlántico y que son más de 20 horas de vuelo para llegar a algún
destino europeo, escuché una conversación entre dos estresados pasajeros;
quejándose del mal estado de las vías, de los infernales trancones y de lo
demorado que está el funcionamiento del Transcaribe. Confieso que me moría de
ganas de entrar a la tertulia y poner mi cuota de malestar ante tan fastidiosa
situación. Sin embargo, me abstuve y me puse a pensar en lo mal que lo estaban
pasando en ese preciso momento los bogotanos con el hasta hace muy poco exitoso
Transmilenio.
El
colapso de Transmilenio y los últimos escándalos de corrupción, han llevado a
la capital a transitar entre la delgada línea del caos y la locura
colectiva. Estos catastróficos
resultados, parecen acercarse a
Cartagena con el ya “tortuoso” Transcaribe. Lo digo, porque el proyecto
lleva más de 7 años de haber comenzado, producto sin lugar a dudas de una mala planeación, y de las múltiples demandas a las que ha tenido
que enfrentarse, esto a su vez, han atrasado muchas obras y les ha costado a
los ciudadanos mucho más dinero. Lo que me aterroriza de todo esto, es que
mientras se va deteriorando lo que ya está hecho, la impunidad empieza a asomarse
sobre el cielo cartagenero ¿Por qué los entes de control de la república, no
han intervenido a esta empresa? ¿Cuánto más dinero nos va a costar, montarnos
en un bus (me imagino el calor) que solo pasa por una sola vía? ¿Quién dijo que
era democrático apilarnos como sardinas
en lata?
Otras
ciudades como Medellín, Cali, Pereira y Barranquilla gozan de una esplendida
malla vial. A excepción de Pereira, son ciudades grandes espacial y
demográficamente en comparación con nuestra ciudad. Cartagena por su parte,
solo cuenta con una congestionada y desgastada arteria vial (Av. Pedro de
Heredia) no nos engañemos, somos una ciudad pequeña y mal diseñada
urbanísticamente. Entonces, ¿por qué en vez de hacer puentes, bulevares,
parques, ciclorutas, vías principales y alternas, se les ocurre pasar un bus
articulado en medio de la ciudad? ¿Quiénes están detrás de este lucrativo
negocio? ¿Quién fue el de la idea?
Estoy
seguro que más de uno se ha hecho estas y muchas otras preguntas acerca de este
tema. Considero que el “caprichito” del Transcaribe, alcanza poderes ajenos a
la ciudad y que al igual que otros proyectos, le sabe a materia fecal, por no
decir menos, lo que le suceda al ciudadano de a pie. Mientras bogotanos y
cartageneros duramos horas y horas en medio de un trancón, muchos de cuello
blanco en su escritorio, tratan de buscar la manera de aumentar el monto de sus
cuentas en Suiza o Islas Caimán, o de sacar la cuota inicial del apartamento en
Miami o Dubái. Sin embargo, la experiencia de los últimos acontecimientos en la
enmarañada política colombiana, nos enseñan que cuando se trata de dinero, los
corruptos se explotan entre ellos, y terminan acusándose. Así que sin querer
ser Nostradamus, creo que en esta
ciudad, patrimonio de la humanidad, una vez, una bomba de tiempo, que por el
bien de todos, esperamos que explote, para por lo menos recuperar algo de
dignidad, ya que la plática se perdió.